Afectan
a millones de personas y causan la muerte de decenas de
miles cada año. A pesar de ello, la leishmaniasis visceral, la enfermedad
del sueño y el mal de Chagas apenas suscitan la atencion
de las companias farmaceuticas, de los responsables politicos o
de los grandes medios de comunicacion.
En este mismo instante, hay cientos
de miles de personas que necesitan un tipo de ayuda muy
concreta. Sabemos dónde se encuentran, probablemente. Sabemos lo
que necesitan. Hay recursos y capacidad suficiente para
ayudarles. Pero gran parte de estas personas están olvidadas, y
este olvido puede resultar fatal. Hay 17 enfermedades clasificadas como
enfermedades tropicales desatendidas (ETD)i. Como el siguiente informe explica, se trata de una serie de
infecciones que suele cobrarse la mayor parte de sus víctimas entre
los más desfavorecidos y casi siempre producen un daño
profundo a nivel físico, médico y económico tanto en quienes las
padecen como en sus familias. Se estima que más de medio millón de
personas mueren cada año a causa de las enfermedades
desatendidas. Aún así, la mayoría de estas ETD
todavía están olvidadas. Y ya ha pasado demasiado tiempo. Durante los últimos 25 años, Médicos
Sin Fronteras (MSF) ha trabajado con una especial atención
en tres ETD que ponen en riesgo la vida de quienes las
padecen: Kala azar (o leishmaniasis visceral), enfermedad del sueño (o
tripanosomiasis humana africana), ambas mortales en caso de
no tratarse; y la enfermedad de Chagas, que puede causar complicaciones
muy graves. A pesar de que estas enfermedades
afectan a millones de personas y matan a decenas de miles cada año,
apenas atraen la atención de las compañías farmacéuticas, de
los responsables políticos o de los grandes medios de
comunicación. MSF publica este informe como parte de un esfuerzo
constante en mostrar los efectos de estas enfermedades sobre
las personas que viven lejos de la atención mediática y que,
a causa de la pobreza y el aislamiento, no tienen voz.
Esperamos que este documento ayude a esclarecer los aspectos más
importantes relacionados con el tratamiento y el control de
estas enfermedades, así como a transmitir la experiencia del
trabajo realizado por MSF y que, en última instancia, contribuya a
estimular el tipo de investigación y desarrollo que podría tener un
impacto mayor en las vidas de los afectados. He trabajado en los programas de MSF
para la atención de la enfermedad del sueño en Angola y
en República del Congo, países condicionados por factores que
hacen que la enfermedad sea más peligrosa: conflicto,
pobreza, desplazamientos masivos de población, y un sistema de
atención sanitaria de escasa eficacia. Esa experiencia me sirvió para
conocer de primera mano gran parte de los temas que se tratan
en este informe. Hace una década, el mejor fármaco disponible
para tratar la enfermedad del sueño tenía efectos tan tóxicos
que causaba la muerte del 5% de las personas que lo recibían.
Debido a la falta de otras opciones de diagnóstico, la
realización de una dolorosa e invasiva punción lumbar era entonces, y aún lo
es, el único modo de confirmar la fase en que se encuentra
la enfermedad. Aunque había numerosos pacientes, estos
vivían con escasos recursos, lo que significó que las compañías
farmacéuticas no considerasen rentable la elaboración de nuevos
fármacos y métodos de diagnóstico para su atención. Los
gobiernos de los países afectados así como los de países
donantes hicieron muy poco para impulsar una agenda que pudiese
conducir a una mayor investigación y desarrollo en nombre
de las personas que sufren estas enfermedades. No obstante se han logrado algunos
avances en el tratamiento de la enfermedad del sueño, en gran
parte gracias a la investigación en la que se ha involucrado MSF junto
a otras organizaciones, en particular, la iniciativa
Medicamentos para Enfermedades Olvidadas
(DNDi), que MSF contribuyó a fundar. Pero incluso la
nueva combinación de fármacos que se ha desarrollado tiene sus
inconvenientes. Algunas organizaciones como la Fundación Gates y ciertos gobiernos se han comprometido
recientemente a destinar más recursos para el control de las ETD,
lo que supone un avance al que debemos darle la bienvenida. Pero
aún existe la necesidad urgente de contar con programas de
tratamiento adicionales, financiados de manera sostenida y sostenible que
además cubran las enfermedades que ponen en riesgo
la vida de los pacientes, como la enfermedad del sueño, el
Chagas y el kala azar, junto a las otras ETD. Y además, todavía hay
espacio para que los gobiernos nacionales de los países endémicos
asuman una mayor responsabilidad en la realización de
sus propios esfuerzos e influyan en que la agenda avance. El camino que tenemos por delante no
es fácil. Está lleno de desafíos. Por citar solo uno, la
dificultad de acceso a los pacientes, por vivir en contextos inseguros y
aislados, hace que la búsqueda de casos sea incompleta, la
vigilancia de baja calidad, y se limite en gran medida el
seguimiento de la atención. Pero habiendo estado tan
profundamente involucrado en el programa de MSF para la enfermedad
del sueño, y sabiendo el compromiso de la organización con las
personas que sufren de las tres ETD más mortíferas, también
sé lo que es posible. Si hay voluntad, si se destinan a ello los
esfuerzos y recursos necesarios, se salvarán muchas vidas. Será
posible dar tratamiento y curar a las personas afectadas, las
cuales podrán continuar con sus vidas de manera saludable y
productiva. Si estas enfermedades dejan
de estar desatendidas, ya no serán tan mortales.
Dr. Unni Karunakara.
Presidente internacional
Médicos
Sin Fronteras. Ginebra, Suiza
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